
El presidente Abinader está haciendo de tripas corazón para salvar su capital político en un año pre-electoral, ya sea en lo que concierne a la política de seguridad pública o a las relaciones con Haití, en lo que tuvo que fijar una posición rígida al oponerse a la iniciativa de Canadá para abrir una oficina en Santo Domingo que diera apoyo a la Policía Nacional de Haití.
Abinader no quiso despedir al director de la Policía Nacional dominicana, general Eduardo Alberto Then, lo que habría sido una demostración de su desacuerdo con el manejo errático de la institución en los últimos tiempos, tanto por la inseguridad que se denuncia en que están las calles, como por los casos de arbitrariedad contra civiles.
El imponerse visitar todos los lunes el cuartel general de la institución en Santo Domingo es una decisión extrema si se toma en consideración la tupida agenda que tiene el gobernante en sus afanes de día a día. Al parecer asesores bien pagados de la institución no han logrado que la misma recupere su prestigio y enfrente el bandidaje callejero.
Con un tremendo mal ejemplo que dan las bandas haitianas que tienen acorralado al régimen del primer ministro Ariel Henry, al extremo que se dice que hasta un 80% del territorio de la capital, Puerto Príncipe, está en control de diversas bandas, que a su vez enfrentan grupos contrarios armados de machetes, la situación es de grima para la parte dominicana.
Evitar ruidos
Abinader tiene que evitar ruidos en un país en el cual se celebrarán elecciones del Congreso y las municipalidades de aquí a menos de un año y presidenciales en mayo del mismo año, esperándose que el gobernante se pronuncie en favor de su reelección antes de mitad de agosto próximo dentro del plazo que le da la Ley Electoral para hacerlo.
El rechazo del gobierno dominicano a que Canadá abra una oficina que sirviera de asesora a la Policía de Haití fue un trago amargo en vista de las cordiales relaciones de los dos países, pero al parecer fue un desliz de la parte canadiense el hacer un anuncio que no estaba coordinado debidamente. Canadá busca ahora otro país que acoja su iniciativa.
No es tan fácil que lo encuentre toda vez que los países del CARICOM quieren solución al problema haitiano, pero sin comprometerse. La República Dominicana, al rechazar la iniciativa canadiense, evitó una crisis política interna que sería mayor que una “minicrisis” como le llamó en su edición del lunes el periódico Diario Libre al inconveniente.
Tras esa “minicrisis” con un país necesario en las relaciones internacionales dominicanas, tanto por los negocios, el turismo, la recepción de las familias dominicanas que buscan mudarse a ese destino acogedor y los intereses comunes en asuntos del medio ambiente, el presidente Abinader podría de manera privada, escribir al primer ministro Justin Trudeau para restañar cualquier herida o malentendido entre los dos países.