Después de su éxito personal y de gobierno tras la XXVIII Cumbre Iberoamericana, en la cual hizo que los 22 países asistentes aceptaran incluir el tema de Haití y votaran por la pacificación de esa nación, un pedido expreso del gobernante dominicano, su mira podría estar en tranquilizar a los sectores políticos tras de los incidentes cerca del local del PLD.
Abinader, cuya diplomacia le ha redituado una ventaja moral pese al desacierto de los fiscales de presentar el caso de Operación Calamar y detener a los ex funcionarios del anterior gobierno a solo horas de la inauguración, posiblemente no querrá ir en una visita oficial al Japón y Corea del Sur, sin al menos satisfacer las quejas e inquietudes de los partidos.
El presidente dominicano quien acaba de recibir en la XXVIII Cumbre a sus colegas de Latinoamérica, España, Portugal y Andorra, no podría desairar a los países asiáticos, con los cuales la República Dominicana tiene fuertes lazos políticos y de comercio, así como tradicional amistad que todos los gobiernos dominicanos han respetado.
Los partidos de la Liberación Dominicana, PLD y Fuerza del Pueblo, han sido vistos más cercanos que nunca tras la detención de los ex funcionarios y la agresión injustificada de la Policía contra militantes del primer partido frente a su casa nacional, sin que al parecer hubiese mediado alguna agresión contra los miembros de la PN, ataques a la propiedad pública o privada.
El caso pareció una arbitrariedad más de la institución del orden público, por lo cual se pide una investigación, que para ser creíble tendría que hacerla la Procuraduría General de la República. La Policía en la picota pública no puede investigarse a sí misma. Ya el PLD pidió la destitución del director, general Eduardo Alberto Then y la Fuerza repudió la actuación.
Se cree que en el seno del gobierno de Abinader no se vio con agrado la brutalidad policial y la vicepresidenta Raquel Peña dijo que defendía el derecho a la protesta, “aunque el gobierno tiene que garantizar la paz”. La brutalidad de la Policía ha alcanzado puntos extremos, aunque su dirección trata de edulcorar las actuaciones. En la calle la PN no tiene defensores.
Pese a las quejas de los políticos opositores que pudieran ser razonables, el país no sufre una crisis política como la que tiene en ascuas a Israel, cuyo primer ministro Benjamin Netanyahu, aplazó su polémica reforma judicial que ha sacado a las calles a millones de protestantes. Netanyahu está aferrado al poder, aunque fue elegido con casi la mitad de los electores en contra.
Desde el punto de vista político, para el presidente Abinader sería malo que los dos partidos opositores se unan en la desgracia del primero (PLD) y lleguen a acuerdos políticos que obligaran al Partido Revolucionario Moderno a entrar en un estado de inquietud, como lo señaló una encuesta de El Caribe que preguntó a su público si apoyarían movilizaciones para respaldar las actuaciones del ministerio público. Un robusto 80% dijo que sí.
Lo que le conviene al presidente Abinader en el supuesto caso de que se lance a buscar la candidatura presidencial de su partido y la Presidencia en las elecciones del año que viene, es que el PLD lleve a su candidato, Abel Martínez y la Fuerza al suyo, el doctor Fernández. Aunque las encuestas dicen que podría vencer a los opositores juntos, nadie sabe por seguro lo que el futuro trae.
El país está lleno de rumores y de informaciones infundadas. Por eso, la procuradora general Miriam Germán desmintió que recibiera órdenes de Antoliano Peralta, el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, cargo que lanzó en medio del fragor de los sometimientos el dirigente del PLD, Francisco Javier García. A Peralta se le tiene como un abogado de mucha convicción.
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