
Al gobierno del presidente Abinader le conviene que el secretario de Estado Marco Rubio venga a la República Dominicana en su último tramo en el periplo de Centroamérica, donde Panamá le dijo que no podía modificar el contrato que le cedió su canal, aunque se comprometió a reducir la influencia de China.
Fue muy relevante que ayer lunes el presidente Trump aceptara poner una moratoria de 30 días a su amenaza de imponer sanciones a México y Canadá, en la forma de aplicar un 25% en los aranceles que se cobra a las dos naciones por sus importaciones. La sabiduría política mexicana y de Canadá se impusieron al menos por ahora.

México y Colombia ya habían respondido a Trump que no podían aceptar a sus inmigrantes en vuelos militares, encadenados y con grilletes en los tobillos. Colombia mandó sus aviones al territorio norteamericano y México hizo lo mismo. La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum logró la moratoria luego de una conversación con el presidente norteamericano que la estadista calificó de “amistosa.” Lo mismo acordó Trump con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
El presidente panameño José Raúl Mulino le informó a Rubio que Panamá no renovará el contrato denominado “La Ruta de la Seda”, mediante la cual el país oriental busca regar una enorme cantidad de dinero para obras públicas y de infraestructuras, lo que llevaría a superar la influencia que Estados Unidos tiene en muchos países no desarrollados de América y África.
Trump había hecho de la posible modificación del contrato del canal de Panamá una causa, al igual que asimilar a Canadá como el estado número 51 de la Unión y ocupar Groenlandia, tres propuestas que han tenido el repudio general en cada uno de esos territorios. La Ruta de la Seda fue lanzada por el líder Xi Jinping en 2013 y fue firmada con Panamá en 2017 bajo la presidencia de Juan Carlos Varela (2014-2019).

El gobierno de Trump no ve a la República Dominicana con los mismos ojos de sospecha como a otros países que acogieron “La Ruta de la Seda”, hasta ahora, Ecuador, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Perú, Nicaragua y Argentina. RD restableció relaciones diplomáticas con China a finales del régimen de Danilo Medina (2012-2020). Trump, quien ha tenido intereses en un enclave turístico de la región este dominicana, ha elogiado a RD.
La agenda de Rubio
Se cree que Rubio buscaría alejar lo más posible a RD de la China Popular, pero más que eso tornar en menos amigable la relación República Dominicana-Cuba, que, si bien son cordiales tras establecerlas el presidente Leonel Fernández en 1998, nunca han alcanzado un nivel caluroso. Los dos países han firmado varios memorándums de entendimiento sobre diversas áreas y las embajadas en Santo Domingo y La Habana han estado cubiertas por embajadores desde entonces.

Estados Unidos y personalmente Rubio, quien fuera hasta hace poco el senador senior de La Florida quisieran desanidar las relaciones con Cuba. Se dice que ofrecerían un mejor trato en todo lo posible al gobierno de Abinader. La asunción de Rubio como jefe de facto de la Agencia de Desarrollo USAID que el fin de semana anunció la supresión de ayudas al exterior, buscaría fumigar hasta 10,000 empleados considerados demócratas y reprogramar la ayuda a países complacientes con la nueva administración.
La República Dominicana se encuentra en desventaja respecto a México y Canadá que tienen petróleo y frontera común. Según lo que informó el Banco Central la semana pasada en el año 2024 el sector externo exhibió un excelente desempeño evidenciado por el flujo de divisas recibido, debido al dinamismo del sector turismo, las remesas y las exportaciones, sumado a la captación de mayor número de inversiones.
Si algo le puede convenir a RD de la visita de Rubio es la reafirmación de que la problemática de Haití puede ser de gran peligro para la parte dominicana. Quizás pudieran convencer al canciller norteamericano de origen cubano, que urge establecer una fuerza de pacificación para el país occidental que desarme a las bandas y evite una avalancha de haitianos por la frontera.
República Dominicana deportó tan solo en enero 31 mil extranjeros, la gran mayoría haitianos, pero también un nigeriano, un canadiense, dos mexicanos, uno de Santa Lucía, uno de Ghana y otro de Venezuela.