En algo fundamental coinciden el gobierno del presidente Abinader y el presidente electo norteamericano Donald Trump. Es en el empeño por la deportación de inmigrantes, en el caso norteamericano, de todos los inmigrantes, y del dominicano, de los haitianos ilegales.
Abinader comenzó primero que Trump hace pocas semanas cuando anunció la deportación de 10 mil inmigrantes ilegales haitianos cada semana, lo que al parecer buscaría sacar del país a cerca de medio millón de personas en los próximos meses, lo que no es rechazado por la población dominicana.
Entre los dominicanos y haitianos existe armonía, tanto en los trabajos de la construcción como en los campos donde cultivan en forma mancomunada la agricultura, pero toman distancia cuando de apoyar al gobierno se trata. Los dominicanos han respaldado las medidas que ha tomado Abinader.
El último censo no contó bien a los haitianos, porque entre los negros dominicanos hay una amplia variedad de haitianos nacidos en Haití, haitianos nacidos en la República Dominicana y una cantidad enorme que han cruzado la frontera por las crisis del país vecino de los últimos años.
La embajada norteamericana una vez calculó que hasta 500 mil haitianos vivían en la RD, pero esas cifras han quedado cortas. Los que atizan la campaña para deportar haitianos creen que hasta dos millones de esos ciudadanos viven en la parte dominicana. Es una alta proporción de la población nativa de 11 millones.
Sacar a todos los haitianos al parecer causaría una crisis del trabajo; los haitianos están haciendo las labores duras de la construcción, las labores domésticas y en edificios donde son guardianes, en cultivos de caña, café y otros productos de la agricultura en las regiones más fértiles del país.
En contraposición, haitianos ricos están en las listas de compradores de apartamentos en las zonas más afluentes de RD. Perder a esos compradores es un dolor de cabeza para los promotores de viviendas de alto costo, que tienen haitianos educados que hablan tres idiomas como conserjes.
Aunque muchos no lo creen, los haitianos serán un mal necesario que la RD tendrá que asumir más tarde que temprano. Quienes creen que esos ilegales deben ser deportados, asumen que más bien las víctimas serán la mano de obra ociosa y los pedigüeños que abundan en las calles de las ciudades.
La coincidencia USA-RD
La coincidencia podría ser extraña si no se toma en cuenta que hay un repudio mundial a los inmigrantes ilegales tanto en Europa como en los Estados Unidos, los primeros provenientes de África y los segundos mayormente de América Latina con destino a los Estados Unidos.
La deportación masiva de inmigrantes ilegales fue la principal propuesta de Trump, que ya venía con el tema durante su primer gobierno de 2016-2020, pero tal cosa no se llevó a cabo, como tampoco otra promesa muy sazonada que fue la construcción de un muro en la frontera y que pagaría México.
México se negó a pagar y posiblemente por la restante edificación de ese muro tampoco lo hará ese país, cuya flamante presidenta Claudia Sheinbaum, sigue a pie juntillas la política exterior dejada por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien mantuvo una política de cierta distancia con Trump.
El programa de deportación masiva de inmigrantes en Estados Unidos al parecer podría abarcar entre 12 y 20 millones de personas, muchas de ellas de los países latinoamericanos que se abrazaron a la “vuelta por México” incluidos millares de dominicanos. Una buena cantidad fue ya deportada.
Hay gente de toda América Latina, que viajó desde Haití a Nicaragua para cruzar a pies hasta la frontera de México y seguir camino en medio de todos los peligros hasta grandes ciudades como Nueva York, que se declaró en algún momento “santuario” de inmigrantes.
Otro “santuario” fue Washington, DC, donde está el asiento del gobierno federal de los Estados Unidos. El alcalde de Nueva York Eric Adams declaró el jueves que su ciudad seguirá siendo “hogar” de los inmigrantes. La alcaldesa de Washington, DC, Muriel Bowser ha sido más prudente en abrir la ciudad.
La razón de la prudencia de la alcaldesa Bowser podría tener que ver con malas experiencias dejadas por inmigraciones de salvadoreños hace 40 años en medio de la guerra civil que exilió a millares de antiguos guerrilleros y de paramilitares que alteraron la tranquilidad de la capital norteamericana.
Deportaciones son locuras
Las masivas deportaciones, “las más grandes en la historia”, según prometió el flamante presidente electo Trump son “una locura” en la creencia de los defensores de los derechos humanos, sobre todo por el volumen de personas que envolvería. Deportar millones será tarea difícil. Igual, separar los niños de sus familias.
En una entrevista concedida por Trump a las periodistas Christen Welker y Alexandra Márquez, de la cadena NBC, en su rancho Mar-A-Lago en Florida, donde está en descanso y programando las designaciones que hará en el gabinete, el presidente ratificó que habrá masivas deportaciones.
En la noche del jueves comenzaron en Times Square, plaza céntrica de Nueva York, manifestaciones de adversarios de Trump reclamando la no deportación de los inmigrantes, un movimiento que podría extenderse por todo el país luego de la toma de posesión el 20 de enero.
La ultraderecha del mundo celebra la elección de Trump, quien gobernará hasta principios de 2029, no pudiendo reelegirse porque ya gobernó cuatro años. Los saludos por su triunfo llegan desde Moscú e Israel principalmente, pero uno de los primeros mensajes que recibió fue de Abinader.
Como los haitianos fueron blanco de la campaña por las denuncias de que entre los 15 mil residentes con papeles provisionales se comían los gatos y los perros del vecindario de Springfield, un pequeño pueblo del estado de Ohio, esos ya fueron los primeros marcados por una campaña hostil.
Quizás no sean los iniciales casos de deportación porque en esa ciudad hay pleno empleo y los haitianos son necesarios; hacen lo que los norteamericanos no desean hacer como mecánica de autos, servicio doméstico, trabajos en car wash y cocineros de restaurantes de comida rápida.
En las deportaciones más grandes jamás realizadas, como promete Trump, estaría el repudio contra los negros que es la discriminación, la xenofobia y el devolver los empleos a los norteamericanos. Extrañamente, Trump cosechó una avalancha de votos de inmigrantes que ahora tienen residencia legal o ciudadanía norteamericana.
Eso explicaría por qué tantos latinos, que antes votaban por los candidatos demócratas ahora cambiaron su voto pese a los insultos que recibió Puerto Rico de la campaña de Trump, y cómo pudieron los pueblos de La Florida volverse republicanos cuando tenían mucha población demócrata y latina.
Lic; Guarionex Rosa ..Mi Cordial saludo Para usted Y Familiares DeParte de su mas Fiel Seguidor …Miles De Bendiciones Desde Lo alto Para ustedes…
La mano de obra haitiana es fundamental para la economía dominicana. Actual como un cuchillo de doble filo: se ocupa del trabajo que los dominicanos no quieren hacer, pero deprime los salarios y retrasa la productividad.