Cuando soplaban los aires de libertad en la República Dominicana, a poco de la muerte del generalísimo Trujillo en mayo de 1961, las primeras voces que se levantaron dentro de la incipiente comunidad de gays y lesbianas, lo hicieron discretamente en dos pequeños bares de la ciudad, El Toldo, en la calle Barahona y el Chico Bar de la calle Arzobispo Nouel.
Al Toldo iban trabajadores de Villa Francisca y su vecino barrio San Carlos. Al Chico gente de la farándula de clase media. Una vez que lo visité estaban allí la soprano retirada, Violeta Stephen y el general Rodríguez Méndez, de la aviación, uno de los líderes que hizo posible la huida de los hermanos e hijos del dictador Trujillo. Se oía en una rockola “Hit the road Jack”, canción en boga de Ray Charles.
Antes de eso, a finales de los años de 1950, los gays, más visibles en la ciudad de Santo Domingo, especialmente en la avenida Duarte, que se llamaba José Trujillo Valdez y sus entornos, eran recogidos por la policía cada vez que visitaba el puerto un barco de la marina de los Estados Unidos, para recreo de la tripulación y mirando de reojo a Cuba y su revolución triunfante.
Hombres con camisas playeras y calzados con chancletas de palo eran llevados presos junto a las trabajadoras sexuales que no buscaban refugio a tiempo, al cuartel de la Policía Nacional en la calle José Martí, de Villa Francisca. Al cabo de dos o tres días que duraba la visita de los navíos, eran despachados sin ninguna explicación ni sometimientos.
A poco más de 60 años de esos acontecimientos, hay en las informaciones sobre turismo de la RD, lugares para encontrar amistades, bares y restaurantes amigables con la comunidad y parques donde se concentran pese a la reticencia y el repudio que impuso en su momento el anciano cardenal López Rodríguez. En las universidades tienen “embajadas”, y en una de ellas, a la escuela de arquitectura le llaman La Mari.
Anticipados a Stonwell
Esos dominicanos anticiparon su despliegue de “gaicidad” a los sucesos de 1969 en el bar Stonwell, de Greenwich Village, New York, donde se supone que nació el movimiento LGTB ahora LGTBQI, que daría origen a un movimiento nacional por los derechos civiles de gays y lesbianas que se ha extendido por todo el mundo excepto en países africanos, asiáticos y en algunos del Caribe.
La comunidad LGTBQI celebra el mes del orgullo a finales de junio recordando los sucesos de 1969 cuando la policía de Nueva York hizo una redada en el bar Stonwell, donde se congregaban jóvenes para compartir. Mientras visitaba el Village junto a los hermanos Nelson y Calan Cuevas, mis amigos, vimos un corredero, tiradera de botellas y la Policía de New York persiguiendo jóvenes.
Al día siguiente, los programas de televisión informaban con lujo de detalles lo que había ocurrido. Google dice que esas manifestaciones dieron comienzo a lo que es ahora la comunidad LGTBQI, que reivindica el derecho de homosexuales, gays y lesbianas a vivir su vida, a las uniones y el matrimonio, la igualdad respecto a los empleos y otras reivindicaciones.
La homofobia, según las estadísticas de los Estados Unidos, ha cobrado la vida de centenares de personas, mayormente jóvenes afiliados a esas comunidades. Mientras en los Estados, con el tiempo, los reclamos de la comunidad han sido aceptados y recogidos en leyes, al igual que en Canadá y países europeos, en Rusia, China, Uganda, Arabia Saudita y otros, se aplican penas muy severas.
En Cuba las penas por cualquier “delito” vinculado a la homosexualidad fueron tremendas durante el régimen de Fidel Castro. Reynaldo Arenas (1943-1990) fue un novelista cubano cuyos sufrimientos por su abierta vida gay le ocasionaron prisión, torturas y exilio durante la salida por el puerto Mariel hacia Estados Unidos. Se suicidó en Nueva York para terminar su vida azarosa.
En Haití la homosexualidad está prohibida y es reprimida. Es paradójico que en la cultura vudú muchos hombres aceptan ser “montados” por Dambala la deidad que simboliza la fuerza original de la creación. En la ceremonia vudú, Dambala es fuerte y poderosa, hembra que puede poseer a varones y hacerlos sumisos. Dambala es un loa (luá) que representa la serpiente. En la ceremonia vudú se arrastra entre los presentes simulando a la serpiente.
En Jamaica hay un rechazo total de la homosexualidad. Sin embargo, entre las clases altas del país y los intelectuales, se tolera el comportamiento de la comunidad casi en condiciones de clandestinidad. Y como en Jamaica, en otras islas del caribe inglés-africano persiste el rechazo a toda relación de personas del mismo sexo.
Con todo y que la homofobia está presente entre los dominicanos, según dicen los voceros de la comunidad LGTBQI, a lo que atribuyen muertes y desapariciones de jóvenes que se han equivocado al tener relaciones y encuentros con extraños, sobre todo entre varones, la vida parece ser más llevadera que en el pasado y anualmente la comunidad desfila en vistosas carrozas por los barrios de la capital.
Foto: Carlo E. Loaces
Antología de la Literatura Gay
En enero de 2004 se publicó la obra Antología de la Literatura Gay en la República Dominicana, una serie de ensayos, narrativa y poesía, compilados por Mélida García y Miguel Decamps Jiménez, en cuya presentación los editores señalan: “transcurridos tres años desde que nos dispusimos a compilar textos de autores dominicanos con la temática gay, hemos realizado un interesante recorrido por las letras nacionales, que culmina con esta publicación”.
Entre los escritores sobrevivientes se encuentran Andrés L. Mateo, notable poeta de la capital, circunstancialmente ahora en el servicio exterior dominicano, José Alcántara Almánzar, intelectual completo; Efraim Castillo, escritor y publicista; Bonaparte Gautreaux Piñeyro, intelectual y periodista; Manuel Mora Serrano, poeta, narrador y articulista de la prensa; Luis Rhadamés Santos, novelista, ensayista y cuentista; José Mármol, poeta y ensayista entre otros.
Los compiladores expresan en la presentación de la obra su satisfacción por concluir la tarea y dicen: “El tema tratado, por su naturaleza doble de tabú y arquetipo, manifiesto en todas las culturas, debe ser manejado con el tacto y la responsabilidad que, creemos, aquí hemos asumido. Y los autores, por su prestigio e indiscutible calidad, todos ellos representativos de nuestras letras, han sido tratados con el respeto y reconocimiento que sus nombres merecen”.
Mateo dice: “En la poesía homosexual dominicana que la primera mojigatería que puede provocar este artículo, es la expresión hazareña de la sorpresa, que ha ocultado durante muchos años que existe, y que se escandaliza ante la comprobación estremecida de que también nosotros tenemos una poesía que convoca una pasión amorosa de tipo homosexual”.
Uno de los trabajos más interesantes es el de Pedro René Contín Aybar, Biel el Marino, del cual dice el intelectual Mateo: “lo cierto es que Pedro René Contín Aybar arrojó una provocación histórica sobre la sociedad dominicana de entonces (1943), que no estaba preparada para asimilar la ruda franqueza desnuda del amor homosexual. Contín Aybar, en la última etapa de su vida, fue periodista de Listín Diario.