Pese a su proverbial sencillez y destreza en el manejo del saxofón, Zack Varner es un joven músico promisorio para remontar hacia los grandes escenarios del jazz de los Estados Unidos y quizás del mundo, aunque ha concentrado su trabajo en Austin, Texas, una de las ciudades vivibles del futuro y que está sostenida por el gusto musical de su población.
Cuando a Usher el joven cantante de la música popular le preguntaron en un programa de televisión si era una persona sencilla, su respuesta fue: “sencillo pero no tanto”. Copié esa respuesta y sabría que en algún momento cuando escribiera sobre Zack la recordaría. El saxofonista de que hablo está casado con mi sobrina Illia, cellista y profesora en Austin.
Zack es además de sencillo, muy humilde. Pese a esas cualidades que coinciden en su personalidad, tiene un excelente dominio del blues, del bebop y en su primer disco de estudio “Blue in the Nude”, una aproximación de calidad a la música brasileña y argentina. Zack toca el alto, el soprano y saxo tenor con aplomo sin perder elegancia.
En “Blue in the Nude”, se descubre su crecimiento producto del estudio en las escuelas de música de Atlanta, Georgia, donde nació y la experiencia en Austin, lugar de su aprecio en los clubes de jazz. Puede acometer los american standars con genuina gracia y dominio, ahora que esa música antológica ha retornado.
En julio de 2018 lo pude ver en el auditorio de Casa de Teatro con su cuarteto a casa llena tocando los cortes de su disco y varias piezas clásicas del repertorio jazzístico. Ya había pasado, para mi sorpresa, por la velada dominical donde se presenta Bonyé en las ruinas de San Francisco. De alguna manera se las arregló para echarle manos al saxofón y tocar en un “jameo” con los músicos dominicanos.
En una entrevista que se le hizo en Jazz en Dominicana Zack dijo: “mi esposa es dominicana. He visitado la República Dominicana varias veces y amo a su gente, la cultura, la comida y la música. Las playas también son hermosas. Como saxofonista me siento como en casa en un sentido musical en la República Dominicana, ya que el país tiene una larga historia y aprecio por el instrumento”.
De su formación contó que comenzó a tocar la guitarra a una edad muy temprana. Mi madre me dio clases de piano, canté en coros, toqué saxofón en la banda de la escuela secundaria. Hoy toco principalmente saxofón, clarinete, flauta, piano y guitarra.
“Sé por experiencia que la música le da tanto significado a la vida individual y colectivamente. Puede ser una herramienta poderosa para la expresión personal y comunitaria. Significa mucho para mi poder mostrar cómo funciona eso, y ayudar a personas a descubrir mejores formas de entenderse a sí mismas y a los demás a través del sonido”, dice Zack.
Zack afirma que puede tocar jazz, funk, rock, clásico, cualquier cosa y añade: “me gusta tocar todo siempre y cuando se haga bien. Prefiero tocar bien el hip hop que mal el jazz. Tuve muchas influencias. Para el jazz: Charlie Parker, Sonny Rollins, Dexter Gordon, Johnny Hodges, Cannonbal Aderley, Wayne Shorter, Joshua Redman, Miles Davis, Duke Ellington, John Coltrane, Charles Mingus, María Schneider”.
“ Me encantan los grupos clásicos de funk y soul como James Brown, Maceo Parker, Earth Wind and Fire. Pasé por una fase pesada de Steely Dan durante algunos años. También amo a Debussy, Rachmaninoff, Back, los Beatles, Pink Floyd, Radiohead. Estoy loco por Tom Waits. Pasé muchos años escuchando bluegrass, folk y Grateful Dead. También me encantan los estilos de la música latina de baile como el merengue, la salsa y el jazz afrocubano. Particularmente amo a Eddie Palmiere”, anota Zack.